Erotismo en el parque Vigeland. Oslo



Por José Manuel Beltrán.

Un parque, construido para albergar la obra escultórica de un artista. La representación del ciclo de la vida, la relación entre la mujer y el hombre, las variadas fases de nuestra existencia; en definitiva, la vida cotidiana a través de la visión de su creador: Gustav Vigeland.

Pocos, muy pocos diría yo, son los que todavía se extrañan, o incluso repudian, al observar las maravillosas estatuas griegas o romanas con sus genitales perfectamente modelados. Torsos desnudos, modelos de Venus que nos muestran la cuasi perfecta creación del cuerpo… esculturas, pinturas, obras de arte en lo que lo erótico es una demostración de lo cotidiano de la vida.

El extenso y popular Parque Vigeland, también llamado Parque de las Estatuas, con una extensión de 32 Ha., se sitúa en el distrito de Majorstua Frogner al oeste de la ciudad. En el diseño de su conjunto, realizado también por el propio escultor, se localizan cinco partes plenamente diferenciadas a lo largo de un pasillo o avenida central de 850 metros de longitud. La Puerta Principal, de Kirkeveien, con un espléndido forjado; el Puente con el parque infantil, donde destaca su barandilla de granito; la Fuente, la meseta del Monolito y la Rueda de la Vida.

El granito, el hierro forjado y el bronce son los elementos empleados para el modelaje de sus más de 200 obras en las que el autor ha representado el origen y el desarrollo de la vida del hombre: el nacimiento, la infancia, la adolescencia, el primer amor, la madurez, los hijos, la familia, la vejez y la muerte. Una de sus obras, “Livshjulet” “La Rueda de la Vida” representa como ninguna esta fusión: formando un círculo se entrelazan cuatro figuras adultas y tres infantiles.

   

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